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“Un 87% de la abogacía admite que las tecnologías han mejorado sus trabajos”

El autor del post  Pablo Yannone Pablo Yannone
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El 10º Congreso Internacional de Privacidad de APEP, que se ha celebrado los días 27 y 28 de mayo, dio una gran importancia a la formación en tecnología para asumir los cambios en la profesión y poder gestionar los riesgos en materias de privacidad de datos. Entender bien el concepto de LegalTech se vuelve esencial, una labor que la mesa titulada “Legaltech: ejercicio profesional aumentado con IA”, vino a cubrir.

Eduard Blasi, vocal de APEP, abrió la mesa compartiendo el dato de que un 87% de abogados admiten que las tecnologías han mejorado sus trabajos. Aunque haya una conciencia sobre su utilidad, sigue habiendo confusión en torno al concepto LegalTech, por lo que Eduard preguntó a los expertos cómo lo definirían:

Para María de la O Martínez, Jefe de Innovación en Lefebvre Sarrut, “es una tecnología que nos facilita el trabajo”. “Desde la democratización de la IA en noviembre de 2022 -María hace referencia al lanzamiento de ChatGPT-, esta solución tecnológica ha demostrado las ventajas que aporta su aplicación a los flujos de trabajo”.

En el ámbito del derecho, aun así, se vuelve indispensable contar con herramientas especializadas en el trabajo de cada jurista. Por esta razón, María cuenta que “en Lefebvre tienen herramientas como GenIA-L, capaz de automatizar tareas de abogados y agilizar sus labores”.

Miguel Hermosa Espeso recurre al Real Decreto-ley 6/2023 para referir la incursión de las LegalTech en la Administración. Deben ser “herramientas transparentes”, que ayuden a la “interoperabilidad” del Estado y que aporten “seguridad” a sus infraestructuras.

Además, en el R.D 6/2023 se habla de las decisiones automatizadas en resoluciones asistidas, lo que ayuda a “pasar del corta-pega a la IA”.

Para Josep María Fernández Comas, en LegalTech la tecnología es el último paso. Previamente, hay que tener una serie de competencias digitales entre las que se incluyen: conocer las habilidades y los cuellos de botella de las administraciones; y analizar la oferta de tecnologías para no invertir dinero en una que no se adapte a nosotros. Para estas líneas de acción, invita a recurrir a la Guía LegalTech, que incluye bastante información sobre soluciones tecnológicas en función del área de aplicación y el perfil de jurista que las usa.

Algunos cambios que se avecinan en LegalTech

Miguel Hermosa explica que “estamos en un Estado complejo en cuanto a la distribución de competencias y, por tanto, no sabemos muy bien dónde estamos”. A tales efectos, se vuelve prioridad “repensar el proceso” y poner el foco en aquellas herramientas que, realmente, “no resuelven problemas”.

Josep María sigue las palabras de su compañero y añade que “los juristas deben desarrollar habilidades más allá de lo jurídico y conocer las novedades del mercado digital”. “Un abogado de despacho debe ser un excelente vendedor de servicios legales y un excelente comprador de tecnología”.

El uso que dé a la tecnología también es crucial. Por ejemplo, las alucinaciones suponen, según una encuesta realizada por la Universidad de Stanford, un riesgo real para un 82% de casos de uso en ChatGPT y un 17% en modelos especializados. Por ello, Josep María plantea la siguiente cuestión: “¿Cuánto tiempo ahorramos y cuánto tiempo dedicamos a supervisar?”

Un cambio que sería de gran utilidad es el que Josep María plantea: que “ChatGPT pudiese decirnos de dónde viene la información”. Esto se enlaza con lo que Miguel Hermosa añade más adelante: “a veces las herramientas acuden a las mismas fuentes, lo que provoca una estandarización de fuentes”.

La estandarización es un concepto que resuena desde la llegada de la democratización de la IA, y se expresa en la puesta en consideración de qué aporta el abogado frente a aquello que se puede automatizar. Miguel Hermosa señala procesos como el “procedimiento monitorio, donde el abogado no aporta mucho valor más allá de la jurisdicción competente”. “Si hacemos algo que puede hacer una máquina, es que mucho valor no tiene”.

En este debate, los juniors están en el punto de mira de la automatización de tareas. “Lo que antes hacían cinco juniors, ahora lo puede hacer una máquina y dos juniors supervisan”. Esto refleja un cambio que se antoja inexorable y trasciende a todos los niveles de la profesión: “va a haber menos personal en los despachos”. La siguiente pregunta que se plantea es de necesitada consecución:

¿El abogado del futuro debe ir de la mano de la IA?

Josep María Fernández Comas considera que sí, que la innovación dentro de los perfiles es clave. Para poner en perspectiva su pensamiento, recurre a algo que la presidente de FIDE, Cristina Jiménez, nos dijo al equipo de Derecho Práctico en una entrevista a razón del próximo congreso de CMS: “El abogado acaba la carrera teniendo solo un 25% de conocimientos -que debe ser de diez- para ejercer su profesión”. El 75% restante refiere todos los cambios que puedan venir, incluida la IA.

María de la O Martínez, como jefa de innovación en Lefebvre, considera que las actuales herramientas de IA facilitan mucho la adquisición de estas competencias y que, por tanto, no exigen al abogado ser un experto. “Con que sepan por dónde van los tiros, es suficiente”.