IA en el sector jurídico: las conversaciones que faltan
Elen Irazabal, abogada de profesión y Doctoranda en Derecho, empezó a interesarse por la Inteligencia Artificial y la programación hace algunos años. Ahora es docente en varios cursos y másteres de legaltech en materia de programación e Inteligencia Artificial, y también en un bootcamp de Data Science. Por ejemplo, imparte formación sobre estas mateias a través de su plataforma Advocatus.ai, y es docente en la asignatura de ética de IA en la Universidad Carlos III. Autora del libro «La Inteligencia Artificial explicada para abogados», publicado por La Ley.
Manuel Hidalgo hacía el siguiente apunte en su libro “El Empleo del Futuro”: La riqueza que hoy somos capaces de generar en un solo día es mayor que la que podíamos generar en meses o años no hace mucho más de tres siglos. Según The Maddison Project, en el año 1 d.C., en España cada persona generaba unos 2 euros diarios; en 1750, aumentó a 3,7 euros, y en 1850, a 5,5 euros, con un crecimiento anual del 0,4 %. En 1900, la cifra llegó a 8,6 euros, alcanzando un crecimiento medio del 0,9 % anual desde 1850. Durante el siglo XX, el crecimiento anual fue del 3,2 %, a pesar de décadas perdidas. Hoy, un español genera más de 70 euros diarios, unas treinta y cinco veces lo que se producía hace mil años. Este gran avance ha sido posible gracias a un solo culpable: el cambio tecnológico. La tecnología y su evolución constituyen la raíz más profunda del desarrollo humano.
El cambio tecnológico genera una riqueza sin precedentes en la historia. Actualmente, estamos presenciando el desarrollo de la Inteligencia Artificial, una tecnología que promete revolucionar aún más nuestra capacidad para producir valor en prácticamente todos los sectores. Al observar las diez empresas más valiosas por capitalización bursátil en agosto de 2024, notamos que muchas de ellas no existían hace relativamente poco tiempo. El dinamismo de la tecnología crea (y destruye) empresas con mayor rapidez de lo que sería posible en sectores menos innovadores.
Si bien los costos de iniciar una empresa tecnológica son mucho menores que los de muchos negocios tradicionales (como crear una página web desde casa), la IA introduce una realidad más exigente: para sobrevivir en el ecosistema de IA, es necesario ser altamente competitivo. Prácticamente a diario surgen nuevos productos, modelos o mejoras de modelos, así como nuevas estrategias de negocio. Por ejemplo, uno puede desarrollar un modelo de negocio sobre los grandes modelos de lenguaje existentes, ofreciendo una funcionalidad que las empresas de IA aún no tienen. Sin embargo, en cuestión de semanas o incluso días, esa funcionalidad puede ser replicada por la propia empresa que desarrolló el LLM.
La comunidad open source también juega un papel crucial, ya que permite que herramientas y modelos de IA estén al alcance de empresas y desarrolladores sin necesidad de grandes recursos financieros. Esto democratiza el acceso a la tecnología, posibilitando que startups y emprendedores construyan sobre desarrollos previos sin requerir inversiones millonarias. No obstante, esta apertura también aumenta la presión competitiva, dado que cualquier avance en IA, al estar disponible públicamente, puede ser rápidamente adoptado, modificado o mejorado por competidores. En este contexto, las empresas deben innovar de forma continua y ofrecer propuestas de valor únicas que no sean fácilmente replicables.
Además, la comunidad open source promueve una colaboración global en la que miles de desarrolladores contribuyen y comparten avances, acelerando el progreso de la IA y dificultando la permanencia de ventajas competitivas. Así, la supervivencia en este ecosistema depende de la capacidad de anticiparse a las tendencias, adaptarse rápidamente a los cambios constantes y dar con el producto correcto.
Para las empresas y startups de IA, navegar y sobrevivir en este entorno no será tarea fácil. Las empresas consolidadas tienen el riesgo de apalancarse y no apostar por nuevos productos y mercados, pero las startups también tienen otro riesgo: sus innovaciones sean rápidamente superadas o copiadas por competidores más grandes con más recursos y alcance en el mercado. En un entorno donde la velocidad de cambio es vertiginosa y la competencia es global, las startups deben esforzarse no solo por innovar, sino también por proteger sus desarrollos y establecer modelos de negocio sostenibles.