Entrevistas

Esperanza Ferrando, Decana Derecho CEU UCH: «Tenemos que adoptar la IA guiándonos en su uso inteligente para fomentar que los alumnos sean más críticos con ella»

El autor del post  Josep Mª Fernández Josep Mª Fernández
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Ya te dijimos hace unas semanas que en Valencia están pasando cosas muy relevantes alrededor del legaltech y la innovación en el sector legal. Y, como entonces, nos alegra mucho que muchas de ellas estén ocurriendo en las universidades. Te hablamos entonces de los proyectos de la Universitat de València. Ahora conoceremos todo lo bueno que hacen en la Universidad CEU Cardenal Herrera a través de la charla que mantuvimos con tres mujeres extraordinarias ante las cuales nos quitamos el cráneo: Esperanza Ferrando, Decana de la Facultad de Derecho, Empresa y Ciencias Política; Beatriz Hermida, Vicedecana de Derecho y Ciencias Políticas; y María Luisa Mena, profesora y colaboradora en la implantación de los talleres de derecho y nuevas tecnologías para los alumnos del Grado de Derecho.

«Estos premios quieren visibilizar el talento que hay en las universidades, aunque en ellas no se potencien debidamente las habilidades prácticas». Quien compartió esta idea fue Gabriel Rodríguez Leva, actual Diputado del Colegio de Abogados de Madrid -uno de los más jóvenes de su historia-, cuando era Presidente del Consejo Nacional de Estudiantes de Derecho. Gabriel se refería a los Premios Talento Jurídico que organiza este colectivo de estudiantes.» ¿Qué opinión os merece esta frase desde una visión global del ámbito universitario?  

Esperanza. Desde que se implantó el Plan de Bolonia en España (2010-2011) hasta el momento actual, se ha paliado bastante la falta de práctica que teníamos anteriormente en las licenciaturas. Las universidades que quieren implementar adecuadamente este Plan disponen de muchas posibilidades para que en todas las asignaturas existan talleres, prácticas y seminarios que deberían hacer casi imposible que un alumno saliera de la universidad sin haber realizado prácticas. Los medios están y, de hecho, la legislación lo exige. Las universidades que sí hemos implementado Bolonia, hemos dado un salto enorme: los alumnos han podido acceder directamente a conocer cómo se presenta una demanda o se dicta una sentencia, han redactado documentos, asistido a juicios…

Beatriz. Además, los estudiantes suelen tener la posibilidad no sólo de realizar el “Prácticum” -que es curricular-, sino de hacer prácticas voluntarias  -a nivel nacional e internacional- que les permiten acercarse a la práctica jurídica, elegir o definir mejor su vocación, descartar algunas actividades que no les gustan o por el contrario, sentirse atraídos hacia otras.

María Luisa. Respecto a ese tipo de materias que van más allá de lo jurídico -por ejemplo, tecnología o LegalTech, gestión, metodologías, etc.- hay que decir que son muy innovadoras y en el contenido de los Grados están en general un poco ausentes. Me gustaría señalar dos cuestiones al respecto. Por un lado, en los Grados existen en general limitaciones -por lo que se refiere a las posibilidades de modificar currículos, de acuerdo con ANECA- que convierten esta tarea en algo complicado, aunque no imposible (de hecho, en el CEU Cardenal Herrera lo estamos haciendo).

Por otro lado, al hilo de lo que han comentado Esperanza y Beatriz, añadiría que los alumnos en la universidad no sólo acceden a los contenidos meramente curriculares, sino que existen además clubes de actividades, que podríamos denominar extracurriculares, que ellos mismos organizan y fomentan. Para ello cuentan con todo el apoyo de la institución para lo que requieran, ya que les aportan mucho en materia de habilidades, capacidad de gestión, posibilidades de networking…

Es bueno que empiecen, desde los estudios de Grado, a tocar cuanto antes la realidad de las cosas. Después, ya en los Postgrados, se especializarán y buscarán desarrollar todas esas habilidades aplicadas a los ámbitos específicos que ellos vayan eligiendo. Pero considero fundamental que, desde los Grados, de una manera o de otra, se les vaya facilitando y permitiendo acceder a este tipo de conocimientos y habilidades.

Beatriz. Precisamente ahora estamos trabajando en un proyecto de micro credenciales que proporciona unas certificaciones digitales en competencias transversales para los alumnos. Dentro de cada titulación se elaboran unos pathways de micro credenciales; por ejemplo, en nuestra Facultad estamos trabajando la comunicación oral y escrita. Me he ocupado personalmente de diseñar esos pathways y la verdad es que me ha sorprendido la cantidad de actividades que se realizan en el aula dirigidas a entrenar estas competencias. Para poder diseñar el pathway he tenido que reunirme con todos los profesores y ver qué están trabajando en cada asignatura para entrenar a los alumnos en comunicación oral y comunicación escrita. También hemos aprovechado otras actividades que ya se realizan en la Universidad, como el club de debates, actividades desarrolladas por el servicio de orientación -cómo preparar un examen oral o cómo hablar en público, etc-. La verdad es que podemos afirmar que en la universidad CEU Cardenal Herrera ya se están trabajando todas estas competencias.

¿Creéis que en el Máster de Acceso deberían intensificarse más este tipo de conocimientos y habilidades?

Esperanza. En nuestro caso sí lo hacemos, porque además recibimos a bastante gente que ha estudiado Derecho en otras universidades y no podemos dar por hecho que dominen ese nivel de oratoria, marca personal y otras materias que les pueden servir de cara a su futura empleabilidad. El Máster suele empezar siempre con una semana dedicada a las competencias transversales.

Pero esto es muy poco habitual, tenéis que reconocerlo. Normalmente los Máster de Acceso suelen ser un refrito de lo estudiado en el Grado.

Esperanza. Puede ser, porque realmente el examen de acceso no exige mucho más que una prueba memorística que se puede estudiar online, como si se tratara de un test para el carnet de conducir. Pero nuestra idea es que aprendan a trabajar en un despacho.

El Real Decreto señala que el Máster debe estar impartido por un 40/60% de profesionales y otro 40/60% de profesores doctores de la Universidad. Nosotros hemos procurado siempre que los profesores de universidad seamos los justos -dentro de lo que la ley prescribe- y que los demás sean profesionales, para que los alumnos no vuelvan a estudiar lo que han trabajado en el Grado.

Se trata de un Máster eminentemente práctico que los prepara realmente para trabajar en despachos. Se puede complementar con otro Máster de derecho internacional de los negocios, que está funcionando muy bien; tenemos solo 30 plazas y eso permite que podamos trabajar personalmente la parte práctica. De hecho, cada vez son más los alumnos que cursan el Doble Programa con derecho internacional de los negocios.

Debo insistir en ese tema porque me parece clave, y así también lo señaló el mencionado Gabriel en otro titular: “La mayoría de los Máster de Acceso te preparan sólo para aprobar el examen”. Personalmente creo que es un dato preocupante.

Esperanza. No sé cómo lo hacen otras universidades. Me consta que hay muchas que preparan para el examen de Acceso y nosotros nos quisimos desmarcarnos de eso. En la Comunidad Valenciana hay unas 7 universidades que ofrecen el Máster, son muchísimas. Si queríamos hacer algo diferente, la vía era diseñar un Máster que no sólo prepara para pasar el examen, sino para poder trabajar en un despacho; que no fuera “Quinto de Derecho”, como le llaman en algunos sitios. Otra de las diferencias que hemos implementado, por ejemplo, es que nuestros alumnos no sólo hacen prácticas las horas obligatorias en el segundo año, sino que tenemos convenios firmados con despachos para que hagan prácticas voluntarias casi desde el inicio del Máster. Eso les enriquece mucho porque van contrastando la práctica con la teoría que se va impartiendo en las clases del Máster.

Partamos de la base de que no es necesariamente malo prepararte para aprobar el Máster de Acceso. De hecho, el ICAM recientemente ha sacado un curso que prepara para el examen de acceso a la abogacía, un programa de 12 horas dirigido por José María de Pablo. Pero me parece muy recomendable aprovechar ese momento clave, el Máster de Acceso, previo al acceso del estudiante al mercado profesional, para dotarle de herramientas y que no vaya con una mano detrás y otra delante.

Esperanza. Tienen que pasar el examen y lógicamente debemos proporcionarles las herramientas necesarias para que lo consigan. Pero van a estar un año y medio con nosotros y no le vemos sentido a que únicamente preparen un examen. Si además pueden complementar lo que han aprendido en el Grado con los conocimientos y la experiencia práctica de abogados y jueces, tanto mejor.

Y ya comparto la última de Gabriel, en representación de la generación Z. Atentas. “Los futuros abogados trabajaremos junto a ingenieros y tecnólogos”. ¿Hacéis algo en concreto para que ese ‘ensamble’ de perfiles profesionales sea menos chirriante y más efectivo?

María Luisa. Estoy parcialmente de acuerdo con esa afirmación. No todos los juristas van a trabajar con ingenieros o con tecnólogos, pero sí es cierto que una parte importante de ellos va a tener que relacionarse -de una manera u otra- con profesionales de esos sectores.

La mejor manera de introducirles o facilitar esas futuras relaciones es ayudarles a entender y conocer los conceptos de una forma más profunda. Deben conocer determinadas tecnologías -lo que son y lo que suponen- tanto desde el punto de vista jurídico y regulatorio, como del de la aplicación para el ejercicio del Derecho. Creo que son dos ramas muy importantes que no están demasiado diferenciadas y a veces se confunden; pero es importante distinguirlas porque siempre habrá juristas que trabajen con tecnólogos o con ingenieros porque necesiten asesoramiento desde el punto de vista jurídico y regulatorio, el cumplimiento normativo, etc. Esa parte la conocemos como “el derecho para la tecnología”.

También existe “la tecnología para el derecho” y efectivamente existen muchos nuevos perfiles que son necesarios en los despachos de abogados para trabajar por ejemplo en la automatización de procesos y contratos, diseñando herramientas para los clientes, etc.

Todo esto desmiente ese prejuicio de que los abogados siempre estamos en las antípodas de la tecnología. Ya no somos una limitación, ni somos los que siempre vamos a decir que no se pueden hacer las cosas. Si entendemos la tecnología y hacemos que los alumnos la entiendan, nos convertiremos en socios o habilitadores y seremos los que abramos las puertas de estos ingenieros o tecnólogos a nuestro mundo.

Creo que lo importante es entender las dos vertientes del derecho que están relacionadas con estas ciencias y darse cuenta de que la aproximación es algo diferente; una cosa es asesorar y velar por el cumplimiento normativo y otra el desarrollo de herramientas que nos sirvan para el ejercicio de la profesión. Nuestro método consiste en que desde el principio entiendan los conceptos, conozcan cómo funcionan las tecnologías y que no les resulten extrañas, sino todo lo contrario: que se empiecen a cuestionar las cosas y comiencen a entenderlas. Creo que es el único camino: hacérselo natural y accesible desde el principio.

Hablando de tecnólogos, ingenieros… ¿Cómo interpretáis, con vuestra visión docente, el impacto que va a tener la inteligencia artificial generativa en las profesiones jurídicas?

Esperanza. Creo que la inteligencia artificial está ahí y lo que no podemos hacer es negarla o pensar que no la utilicen los alumnos. Ya que vamos a tener que utilizarla necesariamente, creo que lo mejor que podemos hacer es conocerla y adoptarla guiándonos en su uso inteligente para fomentar que sean más críticos con ella. En derecho, por ejemplo, podemos ponerles montones de ejemplos de errores garrafales que está cometiendo ChatGPT con la resolución de casos prácticos. Tenemos que enseñarles a no fiarse cien por cien de lo que dice, de la misma manera que no se pueden fiar totalmente cuando buscan una sentencia en Google

Beatriz. Al final hay que enseñarles a manejarla y que sean críticos con ella. Yo misma he probado en mis clases ChatGPT y pedí a los alumnos que hicieran un dictamen. Efectivamente, sacaba un dictamen con una estructura muy correcta, pero fallaba en la base, en el concepto fundamental. Los alumnos tienen que saber que esto ocurre y descubrir cómo reorientarla si quieren utilizar como base el dictamen proporcionado por la inteligencia artificial; deben saber cómo rehacerlo para que el contenido sea correcto.

Se trata de enseñar a los alumnos a utilizarla y, sobre todo, ofrecerles las bases fundamentales de conocimiento para interpretar lo que les ofrece la IA.

María Luisa. Como profesora estoy totalmente en línea con lo señalado por Esperanza y Beatriz. Tenemos que enseñarles y ayudarles a analizar las cosas con espíritu crítico. Creo que les sirve para superar el momento “folio en blanco” y empezar a tener un guion, pero luego deben trabajar sobre ello.

Ese espíritu crítico es muy importante ya no solo desde el punto de vista docente, también respecto al punto de vista de los profesionales. En ambos casos el problema es que la información de la que se nutren, de donde extraen esos datos, es un universo de contenidos complejo, a veces erróneo. No están los datos depurados y eso hace que aparezcan “alucinaciones” y que te cite sentencias que luego las buscas y ni siquiera existen. Creo que puede ser porque, por el momento, todos utilizamos una herramienta de inteligencia artificial muy genérica; efectivamente, cuando se empiecen a desarrollar herramientas jurídicas más específicas -ya empieza a haberlas- que se nutran y extraigan los datos de bases de sentencias depuradas, la situación cambiará considerablemente.

De hecho, ya hay muchas legaltech que están implementando esa tecnología integrándola para bucear en su propio dataset de sentencias, contratos, etcétera. Cambiemos de tercio. Nos gustó muchísimo que participarais en el pasado Legal Tech Day, y que nos apoyarais para llevarlo a cabo. Tengo que preguntaros el motivo de vuestra presencia, porque fue un evento muy dirigido a profesionales de perfil socios de despacho, CTO, directores de innovación, directores de asesoría jurídica. ¿Cuáles eran vuestros objetivos y cuál fue vuestra experiencia?

Esperanza.  Creemos que nuestra universidad se está empezando a posicionar en un ámbito que quizás otras todavía no han desarrollado. Es importante ir combinando el derecho con otras competencias y queremos conseguir una mayor visibilidad en ese sentido, aprendiendo de los que ya están ahí. Pensamos que éste sería un evento destacado, igual que el convenio que tenemos con el Global Legaltech Hub. Y efectivamente fue un evento importante para nosotros, en varios sentidos: para conocer empresas y expertos del sector, para realizar nuevos aprendizajes y para visibilizarnos como Universidad interesada en este tipo de temas.

María Luisa. La verdad es que le pudimos sacar mucho partido. Conocimos startups muy interesantes con las que luego hemos mantenido algún contacto y nos encontramos con alguna empresa legaltech con la que ya estábamos colaborando. Es el caso de Bryter, con los que ya hemos organizado algún taller con nuestros alumnos para desarrollar un contrato con su tecnología.

Respecto a los contactos realizados, nos han proporcionado alguna idea adicional para los talleres que implementamos en las asignaturas de Grado que antes comentábamos. Nos gustaría que estas startups fueran conocidas por nuestros estudiantes porque es, en definitiva, otra salida profesional que les tenemos que facilitar, y porque se trata de herramientas que en el futuro ellos van a utilizar. Fue sugestivo comprobar que el interés de las startups fue recíproco. También fue interesante conocer los procesos de trabajo en los despachos o cómo asesorar a los clientes en este tipo de procesos para su optimización y eficacia.

En todos los talleres por los que fuimos pasando y trabajando aprendimos mucho y volvimos convencidos de que había sido una jornada muy bien aprovechada.

Dadnos algún ejemplo más concreto de lo que hacen vuestros alumnos en esos talleres…

María Luisa. Con Bryter concretamente, desarrollaron un árbol de decisión como base para la futura elaboración de un contrato automatizado; ellos elegían el tema y lo trabajaban.

Aparte del taller y tras conocer la herramienta, se les ha facilitado cursar un programa de Bryter Academy que finalizan con un diploma interesante para sus currículums.

Esperanza. Desde biblioteca, para la gente de primero, todos los años se imparte un taller de búsquedas en bases de datos de jurisprudencia y legislación para que hagan una primera aproximación al sector.

Beatriz, me parece muy relevante que hayáis creado el primer capítulo universitario de Legal Hackers. No olvidemos que la misión principal de esta valiosa iniciativa es poner en contacto a juristas con tecnólogos. Cuéntanos cosas sobre esta alianza.

Beatriz. La idea es que sean los alumnos -en relación a lo comentado anteriormente sobre las competencias transversales- quienes tomen la iniciativa de aproximarse a este mundo que se les abre, lleno de posibilidades, a través de la universidad. Y no sólo para adquirir conocimientos en estas materias, sino también para conocer gente que les pueda ayudar en el futuro en su empleabilidad. Porque el objetivo final de todo esto es favorecer la inserción laboral de nuestros alumnos: que se les conozca y que puedan aprender a diferenciarse del resto de compañeros de profesión. Hay muchísimas personas que estudian derecho y un punto de diferenciación es éste.

La verdad es que pensábamos que costaría más diseñar esta formación, pero la acogieron muy bien y encontramos un grupo de alumnos súper motivados que han estado trabajando en esto, organizando actividades que han tenido mucho éxito. Y ahora quieren incorporar a otros alumnos del Grado de Derecho e incluso de otras titulaciones como Ciencias Políticas o de Dirección de Empresas para crear una comunidad, si cabe, más amplia.

¿Cómo han impactado todas estas iniciativas en vuestra organización? En los alumnos, en los profesores y en las altas instancias de la institución, que al fin y al cabo son los que tienen la última palabra. ¿Ha habido resistencia?

Esperanza. Creo que realmente los alumnos lo han acogido muy bien porque para ellos es lo último que esperaban encontrar en Derecho, ya que se salen un poco de lo habitual. Hay estudiantes que no tienen ni idea cuando les hablamos de temas de nuevas tecnologías, y otros que están muy puestos y saben muchísimo más que nosotros y les encanta verlo reflejado en el aula. Con los profesores ha habido de todo. Hay quienes piensan que mejor que vengan profesores externos y profesionales, y hay quienes se han hecho el ánimo para impartirlo ellos mismos en sus asignaturas, formándose en algunas materias.

Cuando lo hemos propuesto en los vicerrectorados -tanto ordenación académica, Secretaría General, como un vicerrectorado que tenemos de transformación digital-, les ha encantado. Lo planteamos como un proyecto piloto al anterior vicerrector para intentarlo en 8 asignaturas y lo asumió sin ningún problema. De hecho, en vista del éxito, al año siguiente nos ha permitido duplicar el número de asignaturas en las que lo introduciríamos. Se han dado cuenta de que realmente es una forma de diferenciarnos.

María Luisa. El feedback que he recibido, tanto de alumnos como de profesores, es de mucha ilusión, he visto muy buena acogida e interés. Me han llamado mucho la atención esos alumnos que, a lo mejor, en el terreno estrictamente académico, no son los que más brillan, pero a los que estas materias les motivan mucho y, de repente, empiezan a participar en clase de una forma muy activa, mucho más que cuando les hablamos de derecho positivo.

Hemos conseguido que bastantes profesores se implicaran directamente y en sus propias asignaturas porque ya estaban investigando sobre estos temas, o porque también les causaba curiosidad, o porque son profesionales que en sus despachos ya estaban asesorando en estas materias. Se ha hablado de: tributación de criptomonedas; la posibilidad del uso del blockchain para el registro de la propiedad; la herencia e identidad digital…. Y hemos especulado sobre la posibilidad de la creación de la personalidad jurídica de los robots, así como de la posible responsabilidad penal de estos entes autónomos.

Beatriz. Todo esto a los profesores también nos ayuda en nuestra carrera docente e investigadora. El siguiente proyecto que tenemos es la elaboración de una obra colectiva científica sobre esta materia -propuesta por Esperanza- uniendo esta cuestión con la parte más humanística y ética.

Me voy a poner en modo fenicio y os voy a preguntar si en este tipo de acciones veis un retorno en forma de incremento de alumnos interesados en el Grado. ¿Por qué os lo digo? Entro en vuestra web y veo que destacáis la realidad digital como un campo de especialización para los nuevos profesionales. Y leo lo siguiente: “Como estudiante del Grado podrás acceder a nuestro Legal Tech Lab». ¿Resulta rentable hacer este tipo de cosas? Ya sabemos que es necesario, pero queremos saber si además repercute positivamente en la estrategia de captación de alumnos.

Esperanza. No lo sabemos. Realmente, es verdad que en los últimos años hemos tenido un incremento de alumnos enorme, pero no únicamente en el Grado de Derecho. Por ejemplo, en Dirección de Empresas, Marketing y en Ciencias Políticas, también. Así que no sabemos si se puede deber a esto o a otra cosa. Es cierto que a la gente, cuando lo comentamos en las entrevistas de admisión de alumnos, les resulta interesante en su mayoría, aunque a otros les resulta desconocido. Pensamos que, desde el momento en que los propios alumnos hablen bien y puedan contarlo, eso ya repercute positivamente en nuestra reputación, y también que en los despachos les valoran que tengan estas competencias, . Aunque lo hemos lanzado principalmente pensando en la diferenciación.

Nos encanta que pongáis el foco en el legal design. Y posiblemente el ejemplo más claro de vuestra querencia por esta disciplina es el Congreso Internacional Jean Monnet: Técnicas de Design Thinking y Legal Visualization que organizáis la semana próxima. ¿En qué consiste este evento y, sobre todo, qué impacto está teniendo entre los alumnos?

Esperanza. Es un proyecto que intentamos que sea lo más transversal posible y, de hecho, el investigador principal es un compañero de derecho fiscal de la sede de Elche que sabía cómo manejarse en lo referente a la solicitud de proyectos europeos. Lo pidió junto a la directora de la Escuela Técnica de Diseño y Arquitectura, por la parte de diseño, por la parte legal. Nos dieron el proyecto y tuvimos una cantidad de dinero para hacer actividades de difusión de legal design y para hacer alguna publicación relacionada con el tema.

Beatriz. Los alumnos están invitados al congreso, aunque de momento, ninguno se ha atrevido a presentar comunicación: esperamos que se lancen en actividades futuras. Aún  así, sabemos que ha generado bastante expectativa el congreso porque muchos de los resultados que vamos a presentar los profesores de nuestra investigación deriva de algunos talleres que hemos realizado con ellos en clase, así que, en parte, son protagonistas del congreso.

María Luisa. Efectivamente, el curso pasado llevamos a cabo una jornada súper intensiva con los alumnos en los que les planteamos tres retos de LDT, y vamos a presentar los resultados en el Congreso.

Sabemos que en los últimos meses habéis trabajado a fondo en talleres de legal design capitaneados por la gran Laura Fauqueur. ¿Cómo han recibido alumnos y profesores estos conocimientos? Recuerdo que en la pasada Legal Hackers Summit nos dijisteis que si no se usa más legal design es por desconocimiento, y que esta disciplina no pone en absoluto en riesgo las profesiones jurídicas. Es más, te ayuda a que tus clientes te entiendan mejor y a generar por ello mas confianza.

Beatriz. Así es, es una técnica fantástica para hacer accesible el Derecho a todas las personas. Utilizando esta metodología con los alumnos conseguimos, por un lado, que profundicen en el estudio del tema o reto que les planteamos y, por otro, que se esfuercen por empatizar con el usuario que tiene un problema jurídico y ofrecerle una respuesta práctica y satisfactoria. Además, aprenden divirtiéndose y sintiéndose protagonistas de su aprendizaje.

El curso pasado Laura Fauqueur nos acompañó en una sesión conjunta con varios profesores y alumnos y durante un día entero propusimos a los alumnos varios retos que solucionaron mediante Legal Design Thinking. Fue realmente satisfactorio para todos los colectivos implicados y, como te comentaba antes, en el congreso del próximo día 25 expondremos los resultados de la investigación que venimos llevando a cabo los profesores y de aquella sesión. Sin duda, Laura es una gran experta en la materia y aprendimos mucho de ella.

Formáis parte del Global Legaltech Hub. ¿Cuál está siendo vuestra experiencia?

Esperanza. Firmamos el convenio con intención de hacer cosas con ellos, y nos reunimos para que nos dijeran en qué podíamos participar. Es verdad que tenían proyectos que nos venían un poco grandes porque, realmente, toda la carga de trabajo en legaltech e innovación en la universidad lo llevamos entre las tres. Pero estoy segura de que participaremos activamente en algún evento o mesa redonda que organicen.

María Luisa. Hay una clara voluntad de una participación muy activa con el GLTH. Les hemos ofrecido que cuenten con nosotros cuando necesiten colaboraciones de tipo académico para los eventos que ellos realizan, ya sea a través de ponentes, ya sea mediante artículos. Al final, creo que en este mundo del derecho y las tecnologías lo que tenemos que evitar es la desconexión entre la Universidad y el mundo real. Creo que desde el punto de vista académico hay mucho que aportar, la parte de investigación académica no puede faltar. Tiene que nutrir ese ecosistema de conocimiento riguroso.

Creemos que hay dos pilares en la transformación de las profesiones jurídicas. En primera instancia, las universidades. En segunda, los colegios profesionales. ¿No creéis que esa relación entre universidades y colegios profesionales debería ser más activa, más productiva y fructífera? Al fin y al cabo, ellos deberían ver en vosotros a semilleros de futuros colegiados.

Esperanza.  Nosotros tenemos la colaboración con el Colegio de Abogados, con el de notarios, con el de registradores y, de hecho, todos participan activamente en las clases. Te pongo un ejemplo de esa colaboración: una de las primeras charlas que tuvimos sobre blockchain fue con el notario Carmelo Llopis. Tenemos pendiente de concretar un proyecto de formación sobre nuevas tecnologías, protección de datos, etc., con el Colegio de Abogados.  

Hace unas semanas participamos en el VI Jornada Legaltech organizada por la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros y de la que fuisteis anfitriones. Allí nos dimos cuenta de que en Valencia hay muchísimo talento alrededor de la innovación legal y el legaltech. ¿A qué creéis que se debe?

María Luisa. Valencia se ha convertido en un hub para startups y no para de crecer, y eso se refleja en el ámbito jurídico, en la innovación legal. Hay mucha gente con muchas ganas de aportar y, sobre todo, de compartir experiencias y conocimiento, y eso se traduce en iniciativas de este tipo.