Análisis

El final de la abogacía como oficio artesanal

Nacho Escobar
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Nacho Escobar Quintana es consultor RRHH y Agile Coach, especializado en el sector legal

Existe cierta similitud en la evolución que en el siglo pasado vivió la industria del motor y la que está teniendo en estos años el sector legal. Hay que recordar que los cambios que tuvo la industria de la fabricación de coches fue (y lo sigue siendo) un referente en cuanto a cómo debe evolucionar la organización del trabajo.

Los comienzos de la industria del automóvil, a principios del XX, estuvieron enmarcados en la producción artesanal, una etapa en la que se fabricaban muy pocas unidades, casi manualmente y que estaban solo al alcance de muy pocos. Hasta que llegó Henry Ford en 1908 que, aplicando los principios del Taylorismo, creó el sistema de producción en masa que básicamente consistía en producir mucho, de un mismo producto, hacerlo muy deprisa, sin preocuparse por la calidad del producto pero que fuera asequible a todos los públicos.

Este sistema de producción fue un éxito porque permitió que el coche se convirtiera en una commodity y no solo en un producto de lujo, y porque convirtió la cadena de montaje en el modelo de producción por antonomasia en la industria en general, y en la automovilística en particular, hasta prácticamente mediados del siglo XX, estando vigente todavía en muchas empresas.

Tras convertirse en caso de éxito, la factoría de Ford de Detroit se convirtió en un lugar de obligada peregrinación para todos los fabricantes de medio mundo (los Peugeot, Renault…) que tomaban nota de lo que allí se hacía para replicarlo en sus países de origen.

Todos excepto la familia Toyoda, una familia industrial de Japón que tras tomar buena nota de lo que allí se hacía llegaron a la conclusión de que había que mejorarlo. Partiendo de dos premisas, evitar defectos y producir solo lo que se necesite, evolucionaron la cadena de montaje a lo que en el sector automovilístico se conoce como Toyota Production System y que fuera de él se denomina sistema Lean.

El sistema Lean ha trascendido a la compañía Toyota ya que ha terminado no solo siendo el sistema que ha reemplazado a la cadena de montaje en la industria mundial sino también el sistema del que han surgido algunos de los marcos de trabajo más populares de esta nueva era que hemos comenzado: Lean Startup como referente del management del siglo XXI o Kanban, un método que popularmente se asocia al término Agile.

De la producción artesanal al just in time”, en la abogacía

La abogacía, tal cual la hemos entendido hasta ahora, siempre ha tenido un componente importante de artesanía. Conceptos como la estandarización de los procesos de trabajo o la gestión de un despacho como una empresa nunca han sido muy populares en el sector, y me atrevería a decir que siguen sin serlo.

Este enfoque artesanal conlleva unas formas de trabajo nada eficientes (quién no ha oído hablar a un abogado o a una abogada de sus extensas jornadas laborales), a modelos organizativos poco productivos (muchos trabajos jurídicos siendo técnicamente brillantes son una ruina desde el punto de vista empresarial), o convertir ciertos servicios jurídicos en prohibitivos para algunos sectores.

A pesar de que la cadena de montaje se creó hace un siglo, no es hasta hace unos pocos años cuando este sistema de producción se empieza a aplicar en el negocio de la abogacía. Lo que Richard Susskind denominaba ODR (Online Dispute Resolution) empiezan a aparecer en España con firmas como Arriaga o Legalitas o más recientemente Reclamador, aunque este ya creado desde un marco digital y posiblemente ideado bajo el esquema de Lean Startup.

En cuanto a la aplicación de las prácticas que subyace del sistema de producción ajustada (Lean) y que se han extendido en todos los sectores como consecuencia de la transformación digital, todavía parecen estar en una fase muy incipiente en el sector legal. La optimización de los recursos (commodities), la maximización de la eficiencia de los flujos de trabajo para evitar la muchas veces innecesaria alta cargabilidad de los abogados o la visualización del trabajo para ayudar a la implicación y coordinación de los equipos en la gestión de los numerosos asuntos en los que trabajan, son medidas que de momento en pocos entornos legales se están llevando a cabo.

Cuando los términos abogacía y eficiencia dejen de ser incompatibles y el perfil mayoritario del “late adopter” de nuevas tecnologías ya no sea el de los abogados, serán señales de que los procesos y sistemas de prestación de servicios jurídicos están evolucionado en la misma senda que otros sectores.